Por pequeña que sea.

¿Os acordáis de cuando empezó todo esto?

Más allá de no terminar de creer en lo que estaba pasando. En que no se puede salir de casa o aquello que iba a ser breve e inofensivo resultó mortal y duradero.

Hay que agradecer los intentos y el esfuerzo de los que pensaron que ésta era una buena oportunidad para ser mejores. Para redescubrirnos. Para dedicarnos el tiempo que no nos estábamos dedicando. Para volver a cuidarnos.

Y como no podía de ser de otra manera, la desconfianza, en el exceso de optimismo por parte de algunos, volvía a impregnarme mientras leía atentantemente sus intentos de convencernos de que sería una oportunidad.

No dudo de que en muchos realmente haya sido así. Pero, desgraciadamente, las posiciones no se mueven. No existe pandemia que limpie el odio ni tampoco hay virus que ataque y elimine las filias y fobias de muchos.

Decía Maquiavelo «Siempre hay la misma cantidad de bondad y de maldad».

Los equilibirios no cambian.

¿Qué nos hacía pensar que estar en casa iba a suponer que algunos iban a dedicarlo a ayudar al de al lado, a mejorar con el vecino, ó, simplemente, a no esparcir su bilis a los que sí lo hacen ó, al menos, lo intentan?

Supongo que será la esperanza, por pequeña que sea, de que el mundo algún día pueda ser un lugar un poco mejor.

Seguimos. Resistimos.

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