Todavía recuerdas aquellos días ideando, planificando y deseando con todas tus fuerzas que pasara el tiempo para vivir la mejor época del año, el mejor viaje de tu vida o escapar de aquel infierno que pensabas que era lo que te impedía soñar.
Aún suena el eco de la voces gritando, las copas celebrando o las risas sobresaltadas. Como si tú no debieras estar allí, como si también lo merecieras o como que ellos no tenían motivos para disfrutar. ¿Por qué son felices con tan poco?
Sigues pensando en el futuro que vendrá, en las cosas que serán. Sigues esperando algo mejor como si lo que tuvieras nunca te hubiese valido. Parece que el presente solo es el tren que debes coger para hacer transbordo, que no sirve ni te vale, y será el que te acerque al que crees que es importante, al que te lleva al destino. Un destino que no llega, un destino que no conoces.
El verano pasó. Ya no ríen, ya no suenan, ya no gritan. Todos se han ido y tú te quedas. El futuro no te llega. Descartas tu presente, como que la vida no pasa y ella te espera.
Y ahora que los días son más cortos, los golpes no se acaban.
Pero duelen mucho más.
Justo me encuentro, no en el otoño, sino en el invierno ya desde hace algunos años. Retirado y la gente a mi alrededor cada vez es menos, excepto en el ciberespacio, donde cuento cada vez con más amistades. Buen post. Saludos
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Me alegra mucho que te guste y te identifique, muchas gracias
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Entre notificaciones se había perdido el comentario, muchas gracias por las palabras. Que todo esto sirva para juntarnos más en tiempos donde todo parece ser lejanía y distancia, un saludo
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